22. Caridad es lo primero. Amar a Dios y por Dios hacer lo que El quiere. Amar al prójimo y hacerle el bien por amor a Dios.
23. Si nosotros amamos a Dios, seguramente que sin mucha violencia, podemos imponernos sacrificios y dispensar lo que nos hubiera molestado.
24. Para conseguir la virtud de la caridad se necesita únicamente un poquito de amor de Dios, un poquito de disimulo, una alcancía para guardar todas las penas y contrariedades que nos puedan sobrevenir por cualquier cosa.
25. Somos una familia escogida por Dios: por tanto debe reinar entre nosotras la armonía más perfecta.
26. Cumplamos el precepto del santo Evangelio: “AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS,” sin caridad, amadas hermanas, no podemos agradar a Dios de ninguna manera, ni podemos vivir en paz unas con otras.
27. Es muy triste que, viviendo en la casa de Dios, vivamos como extrañas, procuremos no lastimar el amor propio de nadie sino evitar las mortificaciones y molestias.
28. Entre las hermanas no haya secretos, sólo los defectos se deben guardar como cosa perdida, por lo demás es muy bonito que todas participen de los gustos y disgustos para que rueguen a Dios unas por otras.
29. Cada una debe hacer el esfuerzo por probar a Dios que le ama, evitando y ejecutando cuanto la superiora mande o prohíba y aquello que la caridad o necesidad impone.
30. La señal divina para conocer a los discípulos de Cristo es el mutuo amor, pero debe ser amor divino, amarnos en Dios y por Dios, soportando con santa paciencia las flaquezas de nuestras hermanas.
31. Sean sumisas y respetuosas, amables y prudentes, inflamadas de santo amor a Dios y al prójimo.
32. Que nuestro corazón quepan tanto las personas a quienes amamos porque nos hacen bien, como aquellas de quienes recibimos malos tratos.
33. Sean generosas unas con otras perdonándose mutuamente, evitando faltas que, más por fragilidad que por malicia, tienen lugar en la vida fraterna.
34. La piedra de toque en la que se echan de ver los quilates de la verdadera caridad, son las obras.
35. Necesitamos adquirir la flexibilidad del corazón, la bondad en perdonar y la caridad en advertir.
36. Hemos de trabajar alegres por amor de Dios ya que El, con alegría nos dio todo su ser en el Santísimo Sacramento del altar, sin tener en cuenta insultos, desprecios y abandono que iba a padecer.
37. Esfuércense por crecer en el mutuo amor religioso de unas para con otras.
38. El amor hace dulce el sacrificio.
39. Por la envidia nos perdemos, y así es preciso que veamos en nuestras hermanas virtudes que ameritan la estimación de los demás y teniendo caridad se evita la envidia y los rencores.
40. La caridad es la reina, la humildad es el fundamento. Si la santidad es el árbol, la caridad, es la flor, la humildad es la raíz.
41. Si la virtud es el fuego, la caridad es la llama, la humildad es el carbón.
42. Si la perfección es el templo, la caridad es la bóveda, la humildad es el cimiento.
43. Nuestro Señor tiene un lugar reservado para aquellos que practican las obras de misericordia con sus prójimos, por amor de Dios.
44. Si se practica la caridad solamente por miras humanas, o por dinero, o por costumbre, claro está que no sirve a Dios, pero, si miramos a Dios en los prójimos, nada tenemos que temer.
45. No olvidemos que a Dios se sirve con alegría en el dolor, porque si esto falta no hay amor.
46. Ya saben que la caridad tendrá su recompensa en el cielo y también aquí en la tierra con la perseverancia final.
47. Los defectos son indispensables para que reconozcamos que todo bien viene de Dios. Así como para que ejercitemos la caridad dispensando y disimulando los defectos unas con otras.
48. Les recomiendo mucha unión y caridad fraterna entre ustedes y que se amen de corazón, pues ante Dios y ante los hombres no sirve la apariencia sino hay realidad.
49. Odien la hipocresía, detesten la adulación y maldigan el qué dirán, pues es el que nos arruina y nos lleva al precipicio.
que hay de novedad con la madre Humilde
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