64. Hay que irnos perfeccionando, no responder, no contradecir, ver, oír y callar.
65. Cuando corrijamos, hacerlo de tal modo que cuando la hermana salga de nuestra presencia ya hasta le hayamos obsequiado algo.
66. Cuando vean que alguna anda triste y abatida, todas deben ayudarla pidiendo por ella a Dios, a la Santísima Virgen y a su santo ángel.
67. No nos debemos engañar, porque nuestra conciencia es el mejor amigo que no nos deja hacer nada contra nuestra alma.
68. Procuren no manifestar tristeza. Que siempre estén contentas en su ánimo. La tristeza es causa de muchos trastornos morales, espirituales, personales y comunitarios.
69. Si tuviéramos fervor, no se vería menoscabado el espíritu religioso, si fuéramos dóciles y obedientes, calladas y sufridas, amantes del cumplimiento de nuestros deberes, si supiéramos disimular los defectos de los demás, reinaría la caridad entre nosotras y seríamos felices.
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