domingo, 6 de julio de 2008
SERVICIOS DE AUTORIDAD
124. Las superioras se esforzarán por hacer de su fraternidad un cielo por la paz, la dulzura y caridad que fomentarán entre sus hijas, esto lo conseguirán mediante la abnegación, el sacrificio y los convenientes estímulos.
125. Ustedes son espejos y la conducta que observen ahora, en el puesto que ocupan, serán otras tantas enseñanzas que darán a sus hermanas.
126. Procuren disimular las faltas contra ustedes cometidas y abstenerse mucho de guardar rencor o mala voluntad por las ofensas recibidas.
127. Siempre corregir y siempre perdonar para que puedan ganarlas para Dios.
128. Hay que poner en Dios nuestra confianza, pues así les comunicaremos a nuestras hermanas valor y fortaleza.
129. Los cargos nos obligan a ser más observantes, más calladas, para no hablar algo que pueda descubrir lo que nuestras hermanas nos confían.
130. La paz se consigue a base de sacrificios, de estímulos y abnegación, siendo sinceras con nuestras hermanas y teniendo siempre la mira en sus almas.
131. Alguna vez es necesario ser exigentes con las hermanas, está en nuestra obligación y atribuciones.
132. El oficio de superiora es ciertamente muy duro, muy pesado y, hasta cierto punto es una esclavitud, pero el oficio de superiora es el de una madre.
133. A las superioras no les debe dar ningún amor propio para negar o conceder, o mandar, puesto que están para gobernar con las reglas.
134. Las súbditas deben obedecer basadas en las constituciones, en todo aquello que no sea pecado, ni desedifique a los demás, porque en este caso, con prudencia debe manifestar a los superiores lo que crea que no debe ser, y los superiores debemos oír a las súbditas en aquellas cosas que son para nuestro bien.
135. Sean generosas en perdonar y vivan como quisieran que otras religiosas fueran con ustedes siendo súbditas.
136. La raíz de ciertos desórdenes en las casas religiosas proviene de la búsqueda de intereses personales y egoístas.
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