1. Señor, tu sabes mis penas y amarguras, tu sabes si he sufrido, en ti confío, Señor ¡Bendito seas!
2. Nuestra vida debe ser enteramente sencilla y ordinaria. Con el cumplimiento de nuestros deberes del mejor modo que podamos, tenemos suficiente, no ya para salvarnos, sino para hacernos santas.
3. Hay que buscar la paz del alma y hacer nuestros trabajos, pero con tranquilidad. Poner en Dios nuestra confianza y estar contentas.
4. Dejarnos dominar del desaliento es lo mismo que confiar en nuestras propias fuerzas, y si confiamos en nosotras mismas, es imposible que hagamos algo bueno, pues Dios es el único en quien debemos depositar todos nuestros proyectos y a quién debemos atribuir nuestras victorias.
5. Debemos vivir tan unidas a la voluntad de Dios que todo lo que acontezca lo hemos de recibir con mucho gusto y amor.
6. Siempre hay que estar contentas con lo que Dios permite. El es el único que puede escoger para nosotras todo aquello que sea para bien de nuestra alma.
7. Nosotras podemos gozar de las delicias celestiales en medio de los desprecios, humillaciones, calumnias y desolaciones, si siempre tenemos presente que Dios nuestro Señor todo lo permite para que nos arrojemos en sus manos amorosas.
8. Anímense en todo y obren en todo sólo por agradar a Dios, no por otros motivos, sin angustia de espíritu, ni tristeza, ni melancolía.
9. Nuestros desalientos son porque no conformamos nuestra voluntad con la de Dios; la paz de nuestra alma será tanta cuanto sea nuestra conformidad con Dios.
10. Reciban el día como venga y por todo dar gracias a Dios.
11. Nosotras no sabemos cuales son los fines de Nuestro Señor: solamente tenemos que seguir las circunstancias que El nos traza, o sea el camino que nos pone cada día y esa es la voluntad de Dios.
12. Es preciso dejar a Dios el gobierno de nuestras voluntades y hacer cuanto El quiera.
13. Nada en este mundo sucede al acaso, todo, absolutamente todo, Dios lo quiere o lo permite.
14. Nosotras no tendríamos valor para buscarnos un sufrimiento por Dios, ni menos la seguridad de que fuera de su Divino agrado. En cambio recibiendo cada día con gusto lo que venga, podemos tener la seguridad moral de que lo que estamos pasando es la voluntad de Dios.
15. Las exhorto a permanecer firmes en la fe y en la obediencia al sumo Pontífice, y que prefieran antes morir de hambre a perder el precioso don de la fe católica.
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